sábado, 8 de diciembre de 2012

Adiós a los toros, Adiós a la moda



La noticia nos llegó, así como los aguaceros de Quito en diciembre, inesperados. “Se suspende la feria Jesús del Gran Poder”. Ese era el gran titular de los periódicos,  noticieros estelares televisivos y hasta en las cadenas de blackberry Messenger circulaba la noticia. Nadie entendía por qué lo hacían o qué había pasado, pero por supuesto que Barrera debía tener la culpa de ello. Pero muy a la sorpresa de todos, esta vez, no había sido él. Para ser más exactos, no directamente. Es que Citotusa, empresa que organiza la feria decidió cancelarla pues, a solo una semana de abrir sus puertas, no habían logrado vender ni el 30% de los abonos. A diferencia de años pasados, donde ya para esas fechas, todo estaba más que agotado.

Y fue justo ahí donde empezó el relajo. En un lado del cuadrilátero, los anti taurinos festejaban el triunfo, pero seguían merendando carne y pollo en sus casas. Por otro, los aficionados a la tauromaquia que reclamaban su libertad de asistir a cualquier tipo de espectáculo público. La polémica seguía, marchas en contra, en defensa, en todo. Pero, al fin y al cabo, ni “Jesús del Gran Poder” se pudo hacer el milagrito. La feria se suspendió y con ella, también le dijimos adiós al ánimo fiestero de Quito y, sobre todo, a la alfombra roja de diciembre. Porque las corridas de toros eran la ocasión perfecta para crear los mejores “fashion reviews” del mes.

Porque las fiestas de Quito también son tradición y cultura en la moda. Las familias quiteñas de cepa, se preparaban para el cartel de cada año. No era solo cuestión de ponerse cualquier sombrero o comprar los que vendían fuera de la plaza. Los toros eran una cuestión de “haute couture”. Se destinaba un presupuesto especial para cada diciembre que sería empleado en los atuendos, accesorios y calzado que se usarían en los diferentes días de la feria. Y todos estos “outfits” se modelaban, entre cava y tienta, con el fin de salir entre los mejores vestidos del especial de “Cosas” o tal vez, hasta implantar una tendencia.

Pero este año todo eso desapareció. La tradicional “Casa de la Bota Española”, donde toda la élite del calzado quiteño compraba sus botas, bajó sus ventas en un 75%. Las boutiques exclusivas, donde se compraban los jeans para los más tradicionales o las faldas y leggins para las más “avant-garde”, disminuyeron al 50% sus ganancias previstas. Y qué decir de la tan famosa casa de doña María de Velásquez, donde se encontraban los “socialites” de Quito, para hacer las últimas compras de sus pañuelos, sombreros y las más hermosas mantillas traídas directamente desde España. Pues misma historia, María redujo un 50% sus importaciones.

En definitiva, pérdida para el comercio, la tauromaquia, las fiestas, y para lo “in”. Porque ver cómo la moda iba cambiando conforme se iniciaban los pregones era parte de la ciudad. Porque desde el quiteño más humilde hasta el más fashion quería verse bien y vestirse para festejar a la Carita de Dios. Y este año sin toros, nos quedamos sin “Quito fashion week” y sus nuevas tendencias.



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